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Profr. Akamazihuatl

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Quetzalcoatl - Titlacahuan

08 Nov 12 - 11:37

QUETZALCOATL Y TITLACAHUAN Ahora bien, de esta manera se estuvieron haciendo pre¬sagios a Quetzalcóatl y a todos los toltecas, y para ello al punto vinieron tres magos: Huitzilopochtli, Titlacahuan y Tlacahuepan. Los tres hicieron prodigios para que pereciera Tula. Aquel Titlacahuan comenzó por hacer prodigios, para lo cual dizque se convirtió en viejecillo, tomó su aspecto, tomó su forma, bien se encorvó, bien de cabeza blanca, aun de ca¬beza cana. Luego va a casa de Quetzalcóatl, entra y luego dice a la gente: Quiero ver al señor Quetzalcóatl. Al punto le dijeron: Anda allá (lejos) viejecillo, está enfermo el señor; tú le serás molesto. Dijo entonces el viejecillo: No, sino que tengo de verle; hasta él tengo de llegar. Le dijeron: Está bien, aún espera a que vayamos a decírselo. Con esto luego van a contarle a Quetzalcóatl y le dicen: Mi señor príncipe, ha venido cierto viejecillo: viene a verte, Como que es quizá tu enredo, como que es quizá tu red; le hemos arrojado a empellones, porque quiere ir (den¬tro), dice: "Tengo que ver al señor". Dijo al punto Quetzalcóatl. Entre, llegue hasta acá, porque es el que estoy esperando hace cinco y hace diez (días). Con esto al punto metieron al viejecito hasta Quetzalcóatl. Luego él le saluda, le dijo Mi tío venerado, señor, ¿Cómo se siente tu cuerpecito? Pues aquí está la medicina que yo he venido a traerte: bébela. Luego dijo Quetzalcóatl: Ven, ancianillo: te fatigaste, te cansaste: por cierto que hace cinco y hace diez (días) te espero. Al punto dijo el ancianillo: Mi venerado tío, ¿qué tan bien se siente tu cuerpecito? Dijo entonces Quetzalcóatl: Pues en todas partes estoy muy enfermo: por ningún lado hay bien en mi mano, en mi pie. Bien se desconcierta mi cuerpo, como que se descose. Al punto dijo el viejecillo Pues aquí está la medicina: es muy buena, placentera, y te ha de llegar; si la bebieres, te entrará y habrá de recrear tu cuerpo, y has de llorar, se sentirá desolado tu corazón, te acordarás de tu muerte, y te acordarás a dónde tienes que ir. Entonces dijo Quetzalcóatl: ¿A dónde tengo que ir, ancianillo? Al punto dijo el ancianillo: Por cierto que has de ir allá a Tula-Tlapala ("la ciudad del rojo"). Un personaje allá vigila, por cierto persona muy anciana. Habéis de conferir uno con otro y cuando regresares, otra vez te has de convertir en niñito. Entonces perdió el ánimo Quetzalcóatl y el viejecillo otra vez le dijo: Ea pues, bebe esta medicina. Dijo entonces Quetzalcóatl: ¡Anciano, no he de morir! Dijo entonces el viejecillo: Bébela, has de hallar placer en ella; al menos siquiera ante tu presencia ponía, tu suerte te dará ansia. Siquiera un poquito pruébala. Y Quetzalcóatl al punto probó un poquito, pero después bebió bien. Dijo entonces Quetzalcóatl: ¿Qué es esto, que está tan bueno? La enfermedad ya pereció. ¿Dónde se fue la enfermedad? Pues ya no estoy en-fermo. Dijo entonces el viejecillo: Pues una vez más bebe esto, está buena la medicina: con ella se ha de confortar tu cuerpo. Y de nuevo bebió una vez y al punto con ella se embriagó. Luego se pone a llorar, bien se le va el corazón. Allí se perdió el ánimo de Quetzalcóatl, allí se quebró su co¬razón. Ya no hace más que olvidar donde solía vivir, donde solía pasar la vida. Bien le dio vueltas el mago. Y la medicina que le dio dizque (era) aquel vino blanco y dizque la hechura del jugo del maguey fino.

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