Instituto Independiente de Filosofia IZKALMEKAK
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Profr. Akamazihuatl Portador del antiguo conocimiento de los Jovenes Olmecas. Heredero de la tradiciôn de danza Azteka Capitan de Danza. |
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![]() ![]() Coloquio de los XII10 Feb 16 - 21:35 Coloquios. Los diálogos de 1524, dispuestos por Fray Bernardino de Sahagun y sus colaboradores Antonio Valeriano de Azcapotzalco, Alonso Vegerano de Cuauhtitlan, Martin Jacobita y Andrés Leonardo de Tlatelolco, y otros cuatro ancianos muy entendidos en sus antigüedades. Capitulo VI Donde se dice cómo respondieron, los señores, los gobernantes. Cuando concluyo, terminó su discurso, el de los doce padres, entonces uno de los señores, los gobernantes se puso de pie, saludó a los sacerdotes, y un poquito, un labio, dos labios[1], con esto devolvió su aliento, su palabra. Dijo: -Señores nuestros, mucho os habéis afanado, así habéis llegado a esta tierra, porque habéis venido a mandar en vuestra agua, vuestro monte[2], ¿De dónde? ¿Cómo es el lugar de nuestros señores, De donde vinístes? De entre las nubes, de entre las nieblas[3], Habéis salido. Aquí delante de vosotros, donde estáis, nosotros contemplamos y contemplamos. Admiramos a los que son gente de ciudad. Aquí cogemos, tomamos, la nueva palabra, como si fuera cosa celestial, la que habéis dicho. Y aquí se nos muestra, se ha abierto, su arca, su petaca, del Señor, el Señor Nuestro, el dueño de los cielos, el dueño de la tierra. Y así a vosotros los envío, el señor, el gran gobernante, desde alla se hace conocer su aliento, [su palabra], de donde están nuestros señores, el sancto Padre y el emperador. Aquí delante de nosotros habeis colocado turquesas, ajorcas[4], aquí nosotros las admiramos, como si fuera un jade redondo, que hace reflejos, sin sombra ni falta, [precioso] como ancho plumaje de quetzal, en verdad muy verde. Porque se han ido, a ellos los destruyo, los hizo desaparecer el Señor, el Señor Nuestro, a los gobernantes que aquí vinieron a ser, que vinieron a vivir en la tierra, y los que vinieron a guardar, a proteger vuestra estera, vuestro sitial, durante un breve día, por un poquito, aquí en México, Tenochtitlan, y también aquí en Culhuacan, Tetzcoco, y también aquí en Tlacopan[5]: Motecuhzomatzin, Ahuitzotzin, Axacayacatzin, Tizocicatzin, también Izcoatzin, Motecuzoma, el viejo, y Nezahualcoyotzin, Nezahualpilli, Totoquihuaztli, y también el viejo Tezozomoctli[6]. Si esto hubiera sucedido en el tiempo de sus vidas, ellos hubieran devuelto, respondido, a vuestro aliento, a vuestra palabra. También ellos os hubieran hecho un discurso, por razón de vuestro amor a la gente, que aquí nosotros admiramos. Pero, nosotros, ¿qué es lo que podemos decir? Aunque obramos como señores, somos madres y padres de la gente[7], ¿acaso aquí, delante de vosotros, debemos destruir la antigua regla de vida?[8] ¿La que en mucho tuvieron, nuestros abuelos, nuestras abuelas, la que mucho ponderaron, la que mantuvieron con admiración, los señores, los gobernantes? Y, he aquí, señores nuestros, están los que aun son nuestros guías, ellos nos llevan a cuestas, nos gobiernan, en relación al servicio de los que son nuestros dioses, de los cuales es el merecimiento, la cola, el ala[9] [la gente del pueblo]: los sacerdotes ofrendadores, los que ofrendan el fuego, y también los que llaman quequetzalcoa.[10] Sabios de la palabra, su oficio, con el que se afanan, durante la noche y el día, la ofrenda de copal, el ofrecimiento del fuego, espinas, ramas de abeto, la acción de sangrarse, los que miran, los que se afanan con el curso y proceder ordenado del cielo, cómo se divide la noche. Los que están mirando [leyendo], los que cuentan [o refieren lo que leen] los que despliegan [las hojas de] los libros,[11] la tinta negra, la tinta roja,[12] los que tienen a su cargo las pinturas. Ellos nos llevan, nos guían, dicen el camino. Los que ordenan como cae el año, como sigue su camino la cuenta de los destinos y los días, y cada una de las veintenas. De esto se ocupan, de ellos es el encargo, la encomienda, su carga: la palabra divina. Y nosotros, solo es esto nuestro oficio: lo que se llama el agua divina, el fuego[13] [la guerra] y también de esto tratamos, nos encargamos de los tributos de la cola y el ala [del pueblo]. Así toma su estandarte de plumas de garza, su chalequillo de cordeles, su bastón, su mecapal,[14] el que se pone en la frente; así consigue él esclavos. Permitidnos que reunamos a los sacerdotes, a los quetzalcocoa. Que podamos darles su aliento, su palabra, del Señor, el Señor Nuestro. Así ellos, tal vez, devolverán, responderán. Lo que hemos tomado, lo que hemos adquirido, de vuestro pecho, de vuestra cabeza, lo habremos de poner en alto, señores nuestros. Pero tranquilizad vuestros corazones, vuestra carne, permaneced allí en vuestra estera, en vuestro sitial. Cuando asi se hubo hablado, luego se fueron todos los gobernantes, llamaron, reunieron, hicieron salir juntos a todos, los sacerdotes, los ofrendadores del fuego, los quequetzalcoa. Entonces así se dialogó, muy largo tiempo, con gran cuidado, se hizo el discurso, dos veces, tres veces, se hicieron oír las palabras a los ofrendadores del fuego, como las habían dicho los sacerdotes. Y aquellos que oyeron esto, mucho se perturbaron, mucho se afligieron, como si se hubieran caído y se hubieran espantado, estuvieran aterrorizados.[15] Así, al fin, se dio a luz la palabra, cuando el discurso se unificó, se convino que a la mañana siguiente todos los señores fueran juntos, se fueran en grupo a aparecer ante el rostro de los doce sacerdotes. Cuando ya amaneció, entonces vinieron juntos todos los señores, así luego allá se fueron, donde estaban los padres. Saludaron entonces a los gobernantes y a los sacerdotes, dijeron a éstos: -Señores nuestros, en verdad han venido los que tienen el merecimiento [los sacerdotes],[16] y porque han tomado, porque han recibido vuestro aliento, vuestra palabra, por eso han venido. Que ellos os respondan y para que quede de nuevo tranquilo su corazón, haced favor, que otra vez, desde el principio, oigan todo lo que hemos escuchado. Vuestra cabeza, vuestro pecho nosotros lo tendremos en alto.[17] Y los doce padres cuando oyeron esto, entonces , una vez mas, desde el principio, todo lo dijeron, lo hicieron oír a los ofrendadores del fuego, todas la palabras que habían dicho. El que hablaba en náhuatl lo hizo salir [en esta lengua], como el día anterior lo habían escuchado los que gobiernan. Y cuando así vino a terminar el discurso, entonces un señor, de los quequetzalcoa,[18] se levanto, saludo a los sacerdotes, un poco grande fue su discurso, con el cual respondió, con el cual devolvió las palabras [delos sacerdotes] dijo.[19] [1] La expresión “un labio, dos labios” significa aquí “por medio de un interprete”.
[2] “vuestra agua, vuestro monte”, difrasismo que significa “vuestra ciudad”.
[3] “De entre nubes, de entre nieblas”, difrasismo que significa “realidades preciosas”.
[4] “Turquesas, ajorcas”, difrasismo que significa “realidades preciosas”.
[5] Se alude a las cabeceras de la “Triple Alianza”.
[6] También se ha mencionado gobernantes de México Tenochtitlan, Tezcoco y Tlacopan.
[7] “Madres y padres de la gente” difrasismo que significa “amaparo del pueblo”.
[8] “La antigua regla de vida”, huehue tlamanitiliztli. Con este concepto se denotan las tradiciones y normas morales mas apreciadas de los nahuas.
[9] “La cola, el ala” es un difrasismo que significa “la gente del pueblo”.
[10] Quequetzalcoa, forma plural de Quetzalcoatl. Con ella se hace referencia a los dos sacerdotes que ostentaban tal titulo y eran los de rango mas elevado en la jerarquía eclesiástica de los mexicas.
[11] Se describe asi con gran fuerza la ocupación y atributo de los sacerdotes que conocían y consultaban los libros sagrados.
[12] “La tinta negra, la tinta roja” difrasismo que connota la idea de sabiduría.
[13] “El agua divina, el fuego”, difrasismo que significa “la guerra”.
[14] Mecapal, nahuatlismo, derivado de mecapalli, “cordel para llevar la carga a cuestas” (Molina). Y cabe añadir que se hacía pasar por la frente dicho cordel o mejor soga, con una banda de cuero, para cierta protección de quienes se servían de él, o sea los cargadores o tamemes.
[15] Como en el caso de Moteuczomatzin, también ahora los sacerdotes se muestran en extremo perturbados al enterarse de que los extranjeros caxtiltlacah, “hombres de castilla”, quieren hacérseles presentes.
[16] “Nuestro merecimiento”, to-tlamaceuh-ca, concepto que denota la relación que tienen los seres humanos con la divinidad.
[17] Con esta expresión se denota la idea de reverencia y aprecio hacia los frailes.
[18] Quequetzalcoa, forma plural de Quetzalcoatl. Se alude a uno delos dos supremos sacerdotes que, entre los mexicas, ostentaban ese titulo.
[19] Justamente por ser uno de los supremos sacerdotes, el que va a responder a los frailes sus palabras serán reflejo de la antigua sabiduría religiosa.
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